Tuvo que ser la hebrea fortaleza
quien asaltó mi ígnoto refugio
aniquilando a golpes de ternura
mi torpe, burda e inútil resistencia.
Y cayó al fin, a sus pies derrotada
la esfinge de una raza, vencedora,
hierática y soberbia, sabedora
de hallarse sometida y maniatada.
Vino de lejos mi gentil señora,
cruzó una Europa dubitativa y rota
para clavarse, haciendo mil añicos
mi corazón de hielo endurecido.
Y vivo ya,
siempre anhelando el día
de retomar el
pulso cotidiano
y de tener,
ya siempre, entre mis manos
aquella que
venció mi desatino.
Moscow, 20 de
març de 1990
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada